El Dilema de Dean Smith y el Compromiso con su equipo
Dean Smith Ya No Convence?
He aquí donde, si yo fuera Dean Smith, tendría la mayor preocupación. Porque la actitud, la rebeldía y hasta, si quieren, la garra para jugar un partido, son algo que exigen, y con razón, los seguidores de un equipo. El hincha, si se pierde un partido como el que se perdió contra Orlando, enfocará muy poco sus críticas en cuestiones tácticas, como si el lateral cerró mal, si los centrales estuvieron desconcentrados en un gol o si los delanteros no patearon al arco.
En este caso, los fanáticos de Charlotte FC, más allá de las fallas de los jugadores dentro del campo de juego, lo que observaron ante Orlando fue falta de actitud, falta de rebeldía. Y esto, para el hincha, es lo peor que le pueden entregar los jugadores del equipo al cual aman: que pareciera que a los jugadores que ellos alientan sin parar les da lo mismo ganar que perder.
Todo esto está directamente ligado a la relación entre los hinchas y los jugadores, pero el compromiso, para mí, es algo distinto que atañe a la relación de un plantel con su cuerpo técnico. Porque un entrenador sabe que puede pasar que sus jugadores tengan una mala noche y que en ese partido les falte garra y actitud para enfrentar dicho encuentro. Ahí, el conductor puede intuir que quizás la falta de garra pueda haber sido motivada por un desgaste físico, y la falta de actitud tenga que ver con que sus dirigidos hayan sido ampliamente superados por el rival de turno.
Pero estas situaciones se pueden dar en un partido, quizás en dos o hasta en tres. Sin embargo, cuando esto se repite y el entrenador lo nota —no solo que lo advierte, sino que además remarca ese déficit cada vez que puede— lo que le está faltando a sus dirigidos es compromiso. Compromiso con la causa, compromiso con el líder y sus ideas, compromiso del plantel para estar convencido de lo que su líder propone y defenderlo dentro del campo de juego. Compromiso de los jugadores para demostrarle a su conductor que pueden perder, pero darán hasta la última gota de sudor para que quien los manda al campo de juego no quede expuesto, ni él ni las ideas futbolísticas que este pregona.
Y cuando el entrenador no ve que esto suceda, activa lo que creo que no debe hacer: tratar de salvar su prestigio, sus convicciones, sus ideas tácticas y su ego a costa de exponer a sus dirigidos en público. Esto es lo que viene haciendo Dean Smith en los últimos partidos de Charlotte FC. Y aclaro, muchas veces, para mí, aunque con honestidad brutal, lo ha hecho con criticas que son acertadas.
Como periodista, y en tiempos de conseguir titulares polémicos para la tribuna o para las redes, que hoy en día es lo mismo, he sostenido que un técnico frontal me sirve para lo antes mencionado. Pero también, por estar en esto durante mucho tiempo y por haber hablado con muchos jugadores, sé que para estos últimos los códigos de un entrenador con sus dirigidos son más importantes que cualquier planteo táctico. Simplemente, al jugador no le gusta que sus errores (por más que estén justificados) se ventilen públicamente. Defienden a rajatabla el dicho "los trapos sucios se lavan en casa (vestuario)". Este es un principio que comparte cualquier DT del mundo, hasta que empieza a considerar que no hay compromiso de sus dirigidos, y activa su autodefensa comenzando a cargar culpas públicamente en sus jugadores.
“No convertimos goles tontos. No sabemos terminar las jugadas. La actitud corporal no es la mejor. Hay jugadores que no están en su mejor forma", son algunas de las declaraciones de Smith en los últimos partidos. Y en el post-partido ante Orlando, señaló y culpó por uno de los goles recibidos nada más y nada menos que a su propio capitán: “No hacen el primer gol porque Ashley Westwood hace una falta estúpida e innecesaria y porque Jere Uronen se sale de su posición”, sin ningún filtro, declaraba Smith para remarcar parte de los motivos de la derrota ante Orlando City.
El inglés también agregó una frase que llamó mucho mi atención. Dijo: "Estamos tratando de mejorar la capacidad táctica de mis jugadores". Realmente es preocupante si, después de casi 10 meses de trabajo, un entrenador tiene que mejorar la capacidad táctica de sus dirigidos, porque al menos para mí eso significa dos cosas: que en este caso Smith no sabe transmitir lo que quiere o, lo que es aún peor, que considera que sus jugadores no están capacitados para entenderlo y mucho menos para ponerlo en práctica.
Creo que Smith está empezando a perder el rumbo y a contradecirse. Hace un tiempo se vanagloriaba de que su equipo era una de las mejores defensas de la liga, y vertía el concepto de que lo más importante era mantener el arco en cero. Hoy les pide que cambien el chip y conviertan muchas más acciones de gol, que sean más ofensivos. Y tal vez sus dirigidos se estén preguntando: "Nos preparaste para ser un equipo tácticamente defensivo y, de repente, cuando no falta nada para que termine la liga, tenemos que cambiar esa idea para buscar los partidos". ¿Quién te entiende, Smith?
El próximo partido en casa ante New England Revolution, el equipo más flojo de la Conferencia Este, es la última oportunidad para que los jugadores muestren compromiso con su entrenador. Es un partido en el que el único resultado que sirve es ganar y de manera contundente. De lo contrario, Dean Smith tendrá que empezar a pensar que ya sus jugadores le soltaron la mano, que ya no están comprometidos con su causa, y si eso sucede, al entrenador le quedan dos caminos: seguir incinerando a sus jugadores públicamente o empezar a pensar en dar un paso al costado.
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